La comunión entre el pueblo de Dios es esencial en la vida cristiana, la cual tiene que ser una amistad sincera y permanente, porque debe estar unida por el mismo amor de Dios; y porque tenemos en común a nuestro amigo por excelencia a Jesús el Hijo de Dios. Déjame decirte que Jesús no es el amigo en común que muchos tenemos en las redes sociales, Él no te bloquea, no ofende tu corazón ni te hace a un lado, sino todo lo contrario, te ama y quiere ayudarte; si tu lo invitas, Él entra en tu corazón, es sincero y no te falla. Jesús contesta tus dudas o inquietudes a través de Su palabra, es el amigo que no miente, por eso nos dice con amor: Vosotros sois mis amigos y no los llamaré siervos sino amigos. Ahora que tenemos la amistad de Jesús, nos ha dado a conocer el gran amor de Dios y a como vivir bajo su perfecta voluntad; además nos a aceptado como hijos suyos y aún participes de la familia de Dios, como nos dice Su palabra: Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios (Efesios 2:19). Ahora como miembros de la familia de Dios vivamos amistosamente unos a otros, obedeciendo y sirviendo a Dios. También somos conciudadanos de los santos, una amistad cristiana entre la iglesia en amor fraternal: Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro (1 Pedro 1:22).
Hermanos, si queremos que nuestra amistad permanezca en Jesús tenemos que andar como Él anduvo: presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros (Tito 2:7). La convivencia cristiana tiene que ser diferente a como la vive el mundo, tenemos que vivir bajo el temor de Dios, dando testimonio de la verdad y viviendo íntegramente; que la gente vea en nosotros un ejemplo de honestidad y verdad; y con toda humildad y sencillez de corazón. Somos cartas leídas para el mundo, que ellos vean el reflejo de Jesús en nosotros, y crean en Él; tratemos con respeto y amor, compartamos la palabra de Dios, siendo: ejemplo en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza (1 Timoteo 4:12), ayudemos al que tiene necesidad, al que pasa problemas, al que sufre y al que está enfermo. Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición (1 Pedro 3:8-9). Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros (1 Corintios 13:11).
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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