¿Alguna vez en su vida ha experimentado la sed, la necesidad de saciarse de agua?, pero no le hablo de agua natural, de la que bebemos para subsistir, la cual nos recomiendan beberla aproximadamente de 2 a 3 litros diariamente. El agua que usted y yo necesitamos diariamente es espiritual, que así como nuestro cuerpo requiere agua natural, asimismo necesita agua espiritual, agua de vida para el espíritu y el alma; el agua viva solamente la encontramos en Jesús, Él la ofrece gratuitamente para ti y para mí. La biblia nos dice que Jesús la ofreció para todos: Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva (Juan 7:37).
Tú y yo no tenemos necesidad de vivir sedientos, de andar buscando manantiales falsos donde solamente encontraremos aguas amargas, aguas saladas o aguas contaminadas; si bebemos de ellas traerán a nuestra alma solamente enfermedades espirituales. Busquemos el agua dulce que Jesús da, bebamos del agua de vida y sentiremos corrientes de agua en nuestro interior como ríos donde fluye vida eterna, deja que tú alma se llene hasta saciarse. La palabra de Dios no dice que el agua viva también limpia todo nuestro ser, Jesús hace la obra completa en nuestras vidas, deja que Él lo haga contigo y te dice: Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Ezequiel 36:25-27).
Si tu andas por un camino desértico en este mundo y te has sentido seco, deshidratado espiritualmente, donde tus fuerzas menguan por el cansancio y la falta del agua en tu alma, déjame decirte que en medio de ese desierto existe un manantial de vida, una fuente de agua que nunca se acaba, que sacia la sed de tu alma y nunca más tendrás sed jamás; acércate a Jesús, te ofrece el agua de vida y Su palabra te da la promesa: Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo escogí. Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas (Isaías 44:2-4).
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Saludos cordiales, bendiciones
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