Israel se presentaba ante un ataque por mano de Jabín, rey de Canaán, pero clamaron a Dios y buscaron Su Presencia para poder hacer frente contra este grande y numeroso ejército. Era el tiempo en donde los jueces gobernaban, y los hijos de Israel iban en su búsqueda para pedir consejo de parte de Dios. Ahí estaba Débora, profetisa, una mujer de Dios. Mandó llamar a Barac, un líder que Dios había levantado para ir contra Canaán y vencerlos. Dios le había prometido la victoria si hacía lo que Él le pedía. Más tuvo miedo de ir sólo. De alguna manera no se sentía tan seguro ni convencido de la palabra de Dios para hacerle frente a tan grande pueblo; por eso, al ver la seguridad de Débora, su convicción, su relación tan íntima y tan personal con Dios, la paz que reflejaba su rostro, quiso que ella lo acompañara, para sentirse un poco más seguro al tener a una sierva y mujer de Dios ungida, quien hiciera vallado por si fuese necesario.
Débora lo acompañó. Sabemos la historia, Dios dio la victoria aunque no precisa y directamente para gloria de Barac. Lo que podemos aprender de esta historia, de esta mujer que buscaba a Dios, es que nosotros podemos ser de bendición para los demás, motivarlos, animarlos. Una mujer que busca a Dios es poderosa, una mujer que busca a Dios tiene la misma autoridad para hollar serpientes y escorpiones y sobre toda fuerza del enemigo (Lc. 10:19) que un hombre que busca a Dios, porque Dios no hace acepción de personas. Dios es el mismo para con todos, Él busca corazones dispuestos y humildes, que quieran hacer Su trabajo para Su gloria y Su honra.
Cuando alguien busca a Dios, se convierte en un líder, en un ejemplo a seguir; se convierte en alguien usado por Dios para bendecir a otros, para hablarles, para sanarles, para libertarles. Seamos ese tipo de mujeres que buscan a Dios, porque la mujer que teme a Jehová, ésa será la alabada. (Proverbios 31:30)
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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