Las familias edifican casas y hay centinelas que guardan una ciudad, pero estas dos actividades vienen a ser inútiles a menos que Dios esté con ellas.
Una familia sin Dios nunca experimentará la unión, la convivencia, y mucho menos el lazo espiritual que Él crea en las relaciones. Siempre se sentirán incompletos, tendrán un sentimiento de vacío, que solo Dios podrá llenarlo. Una ciudad sin Dios se devastará por la maldad y la corrupción que exista dentro de ella.
No cometa el error de dejar a Dios fuera de su vida, si lo hace, habrá vivido en vano. Haga de Dios sea su máxima prioridad y permita que Él sea quien edifique su casa, su vida y su ciudad.
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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