Amar a Dios es el principal mandamiento y aunque parce obligación no es así, ya que es imposible obligar a alguien a amar. Cuando nacemos nadie nos enseña a amar porque es algo que traemos con nosotros, amamos a nuestros padres, a los amigos, a lo y los que vamos conociendo mientras crecemos, Amar es un acto divino, es el lenguaje de Dios, es Dios mismo. Porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios. Porque Dios es Amor (1 Juan 4:7-8) El amor a Dios está en nosotros, solo debemos escucharle y dejarlo reinar en nuestro corazón.
Ahora bien, muchas veces hemos sido lastimados porque no todas las personas al crecer desarrollan el amor que tienen en ellos o han cortado con esto porque también han sido lastimados, la cosa más terrible que le puede pasar a alguien es amar y no ser correspondido; es un sentimiento tan doloroso que deja cicatrices profundas y amargas, y no es fácil dejar de amar, como tampoco es fácil reponerse y volver a confiar; en el mundo actual lo que se revisa con más cautela y se reserva con más firmeza es la entrega de nuestro amor, generalmente tientas el terreno un poco, revisas que recibirás a cambio, mantienes tiempo y esfuerzo para saber si será bien recibido y cuidado, y en ese tiempo a veces en soledad existe desesperación y angustia y hasta tristeza; ¿Tú pensarías dos veces en entregar tu amor a quien ya te ha amado? ¡No hay nada que pensar! ¿Tú mantendrías distancia con quien ya ha demostrado su amor por ti?
Entregar el corazón a cualquiera de este mundo es un hermoso riesgo, pero entregar tu corazón a Dios que ya te ha entregado el suyo es corresponder, es actuar con lo que naciste en tu corazón, es amar libremente y sin miedos, es cumplir el principal mandamiento.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado. Efesios 1:3-6
Maná para Eben-ezer
Templo Cristiano Eben-ezer
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