Una niña viajaba en el coche de regreso a casa después de asistir a la iglesia. El día era agradable y las ventanillas del vehículo estaban abiertas. Había recibido en la clase bíblica de los niños una tarjeta que decía: “Ten fe en Dios” (Marcos 11:22). Pero el viento le arrebató la tarjeta y ésta salió volando por la ventanilla. La niña gritó: “Papá, detente por favor, he perdido mi fe en Dios”. Nos sonreímos ante la ocurrencia pero cuan a menudo nos expresamos así ante las dificultades y problemas de la vida.
Lo cierto es que si la fe es genuina, verdadera, no sale volando por la ventanilla. Eso sólo ocurre cuando está impresa en una tarjeta, es decir, la fe superficial. Quisiera que al leer la siguiente historia nos preguntásemos qué tipo de fe tenía la mujer de la misma, era ¿verdadera o superficial? El relato se encuentra registrado en el Evangelio de San Mateo 15:21-28.
“Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y Sidón. Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio”. Pero él no le contestó. – ¿Alguien te ha ignorado alguna vez? ¿Te gusto? Es sorprendente que esta mujer no se haya ido.- “Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros”. Nos esta molestando -era su pensamiento- ¿Por qué no te libras de ella? Las primeras palabras de Jesús aparentemente estaban de acuerdo con la idea de los discípulos: “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” Entonces ella se acercó y lo adoró.
¿Adorarlo? ¿Adoras tú a la gente que te ignora y que te dice que no ha venido a ayudarte? Pero ella dijo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él dijo no está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Pero ésta era la apertura que ella estaba esperando. “Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Si soy una perra, me corresponde algo de la comida que se les da a los perros.
Los ojos de Jesús deben haber tenido un brillo especial durante toda la conversación. Ella debe de haberlo percibido. “Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora”.
¿Cómo defines la palabra fe tal como está usada en esta historia? ¿Aceptar lo que Dios dice basándonos en su significado aparente? Si la mujer lo hubiera hecho se habría ido mucho antes de llegar a la parte de los perrillos.
¿Crees tú que tener fe y creer son siempre sinónimos? ¿Creyó la sirofenisa lo que Jesús dijo? No, no pudo. Algo no encajaba. La fe, en ese caso, era no creer a lo que Jesús dijo; era no aceptar literalmente lo que expresó. De este modo llegamos a la definición de fe que Jesús usó. Es la verdadera. En una palabra, fe es confianza. Fe es confiar en Dios siempre.
¿Piensas que la manera de ejercer fe consiste en pedir a Dios respuestas difíciles? ¿Piensas que una manera de ejercer la fe implica aferrarse de las promesas de Dios, creas en ella o no? ¿Escuchaste decir que para tener fe hay que ponerse en una situación difícil y esperar que Dios lo libre? ¿Es eso ejercer fe? No ciertamente. De acuerdo con las Escrituras, el ejercicio de la fe se relaciona con un encuentro frecuente con la Palabra de Dios. Así se fortalece. “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios” (Rom. 10:17)
Al ponernos en contacto con las Escrituras, ¿Qué ocurre? Nos relacionamos con Alguien: el Dios-Hombre de la Biblia. En toda la Biblia, en cada uno de sus libros, allí esta su Nombre. Se llama Jesús. Al conocerlo más experimentamos su poder Salvador. La fe genuina es producto de esa relación. La fe verdadera no existe sin esa relación. Esta relación de fe corre por dos vías: la una confía en la otra. Cuando conocemos el amor de Jesús, gracias a la aproximación con él mediante su Palabra, la fe en él brota espontáneamente. Te animo a desarrollar esa fe verdadera, que es un regalo de Dios para la que la pide y la busca hasta encontrarla.
Saludos cordiales, bendiciones
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Arturo Gómez Garza
Pastor Eben-ezer
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