Hay veces en la vida como cristianos, que a pesar de conocer al Maestro y sus enseñanzas, sus estatutos y ordenanzas, por alguna razón perdemos el camino, o al menos así nos sentimos, que nos hemos alejado demasiado y que ya no tenemos cara para volver delante de Él; cuando le hemos fallado, cuando le desobedecemos, cuando queremos hacer nuestra propia voluntad y que cuando la hacemos, nos damos cuenta lo errados que estábamos que ya no podemos si quiera pedirle ayuda. Mas sin embargo, Dios vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
No nos sintamos sin esperanza, no nos sintamos que ya no hay solución para nuestro problema o para nuestras vidas, pues Dios vino a eso precisamente, a rescatar a los perdidos, a salvarnos del pecado y de la muerte, Dios nos anhela, nos anhela celosamente y no quiere vernos perdidos o hundidos en nuestros problemas y afanes diarios, no quiere vernos desesperados ni afligidos, porque Él ya pagó el precio, un muy grande precio. Así que volvamos al Maestro, acordémonos que hay una solución, acordémonos que el Padre nos rescata, que ésa es su especialidad y sobre todo, su anhelo, su deseo.
Saludos cordiales, bendiciones
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Arturo Gómez Garza
Pastor Eben-ezer
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