He aquí, yo enviaré la
promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de
Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto. Lc 24:49
La maravillosa ascensión de Jesucristo es un acontecimiento majestuoso
que representa el último momento visible de Su presencia y poder. Es la
culminación de Su ministerio en la tierra. Se despojó de Si Mismo tomado la semejanza
de hombre, se Humilló hasta lo sumo, Predicó, Sanó enfermos, Liberó gente
endemoniada, Perdonó pecados, Resucitó muertos, Calmó el mar y la tempestad, Hizo
más milagros de los que podrían escribirse en todos los libros de su época, Fue
traicionado, falsamente Acusado, Crucificado, Muerto y Resucitado al tercer
día.
Ya solo faltaba regresar al lugar de donde había venido, junto al Padre
Todopoderoso. Pero así como antes de ascender al cielo, Jesús ya les había
dicho a los apóstoles que enviaría al Espíritu Santo nuestro Consolador para Enseñarnos
todas las cosas y Recordarnos todas Sus enseñanzas, hizo otra gran promesa de nuestro Señor y es que
así como se Fue al cielo, así Vendrá del cielo pero ya no como siervo, sino
como el Señor de señores y Rey de reyes, con poder, con gloria, con majestad,
imperio y potencia.
Son muchas las promesas que Él nos dejó antes de Irse a la diestra del
Padre y en Él están cimentadas nuestras vidas, en Él somos, vivimos y nos
movemos.
Porque Él vive, nosotros vivimos, porque Él murió por nuestros pecados,
nosotros hemos muerto al pecado y somos salvos, porque Él resucitó, nosotros
resucitaremos, Él es nuestra esperanza y nuestra razón de ser y existir. Gloria
sea a Él por la eternidad.
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
Templo Cristiano Eben-ezer
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