martes, marzo 26, 2013

EL SACRIFICIO DE JESUS




Entendiendo el sacrificio como la ofrenda hecha a Dios de un don perceptible por los sentidos, como manifestación externa de nuestra adoración, que tiene por objeto alcanzar la comunión con Él. En un sentido estricto, esa ofrenda no se convierte en sacrificio sino hasta que el don visible sufre una transformación (por ejemplo, al ser matado, o al derramar su sangre, al quemarlo, al derramarlo).

Ya que la paga del pecado es muerte, debido a que sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados, y como toda la humanidad se desvió, a una, se hicieron inútiles; No hubo quien hiciera lo bueno, no hubo ni siquiera uno. Es tan grande el amor de Dios que no quedó otra opción que darse a si mismo a través de Su Hijo unigénito para todo aquél que crea en Él, pudiese tener acceso a la vida eterna con Él. Derramó Su sangre, pagó el precio, cumplió el requisito.

 Cuando hablamos o pensamos en términos de sacrificio, viene a nuestra mente quizá conceptos como: “sustitución”, “afectación”, “ofrecimiento”, “abstención”, “privación”, etc. Y Jesucristo nuestro Amado Salvador, fue un sacrificio viviente en todo sentido al dedicar Su vida a la misión encomendada por el Padre, ser perfecto y sin mancha y cerrar o coronar con broche de oro para que pudiera consumarse la redención, derramando Su sangre por el rescate de toda la humanidad.

Quiera Dios que valoremos el sacrificio que Jesús hizo por nosotros demostrando el más alto grado de amor que se puede mostrar. Nosotros en respuesta a ese amor, debemos Serle eternamente agradecidos y buscar intimidad con Él. Servirle, Adorarle y esperar Su regreso en gloria viviendo una vida digna de hijos de Dios lavados y purificados por Su sangre, demostrando que sí valió la pena Su sacrificio.



Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
Templo Cristiano Eben-ezer

 

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