"Mira que te mando que te esfuerces y seas
valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo donde
quiera que vayas" Josué 1:9
Dios es un Dios de pactos, desde el
principio de la tierra estableció sus pactos con los primeros habitantes y
sus descendencias, los cuales, tenían que cumplir con su parte del pacto.
Siempre en cada uno de ellos, Dios, el Dios verdadero, fiel, amoroso y
justo, les mostraba que ese Ser Supremo, dueño de toda la creación y el
Todopoderoso, deseaba tener una relación más íntima y cercana con aquella
creación específica, única e independiente (capacidad de elegir, pensar) que
había creado. Proclamaba Su pacto de que Su misma Presencia estaría con cada
uno de ellos y la tierra fructificaría, serían prosperados, librados,
etc.
Pero la realidad es que nuestra
tarea, nuestra parte del pacto es, obedecer, cumplir con los requisitos
requeridos por Dios para nuestro propio bien. A cada hombre que entró en pacto
con Dios tenía una responsabilidad de guardar Sus mandamientos, no olvidarse de
su Dios, andar en Sus caminos y preceptos para que fuésemos prosperados en todo
aquello que emprendiéramos (Josué 1:8-9, Nehemías 1:5)
Tenemos todas las grandes promesas
que Dios en Su Palabra nos revela. TODAS.
A algunos les hace falta creer y
tomarlas, apropiarnos de ellas y creerlas. (Al que cree todo le es posible,
Marcos 9:23)
A otros hace falta obedecer y estar a
cuentas con Dios (Deuteronomio 8:11, 18)
Hace falta tener un corazón perfecto
para con Él (2 Crónicas 16:9)
¿Qué nos falta a nosotros para tener
todas las promesas de Dios?
Las promesas están ahí, para todo
aquel que cree en el Hijo de Dios, Jesucristo, que Él es el Señor y Salvador,
el único Dios verdadero, aquel que le ha recibido y confesado en su corazón que
Él es su Señor y Salvador, para los que le aman y guardan sus mandamientos.
Dios hace pactos y los cumple.
Cumplamos nuestra parte del pacto para que Dios pueda manifestarse en nuestra
vida, nuestros hogares, nuestros trabajos.
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