La instrucción de un padre hacia su hijo, ha de ser atendida con toda diligencia, pues ese es el modo de adquirir entendimiento y sabiduría. Tanto los padres creyentes como los que no, tienen el deber de instruir a sus hijos por el camino correcto, con una buena enseñanza y predicando con el ejemplo.
Salomón en este versículo parece estar diciendo: ¡Recuerdo cuando era joven y mi padre trataba de enseñarme el camino correcto! Ahora que soy adulto, y tambien padre se que tenía razón. No basta con solo adquirir sabiduría; sino también debemos guardarla y no permitir que se nos escape. Por lo tanto hay que retener el buen consejo y aferrarnos a él.
Todo aquel hijo que recibe de su padre un consejo basado en la Escritura; lo atiende, lo toma en cuenta, lo obedece y lo aplica a su vida, evitará los obstáculos y trampas que otros encuentran al desviarse de la voluntad divina.
“Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre; Porque adorno de gracia serán a tu cabeza, Y collares a tu cuello”.
Proverbios 1:8-9
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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