Cuando Dios pensó en quienes tendrían el inmenso privilegio de visitar a su Hijo en su nacimiento, su lista fue muy sencilla: ángeles, pastores y algunos magos.
Los tres grupos estaban llenos de “defectos” para la sociedad de aquel momento. Para empezar, los ángeles “no existían” según algunos de los lideres religiosos del pueblo de Israel. Dios anuncio su nacimiento por medio de ellos.
Los ángeles anunciaron su gloria “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz entre los hombres en quienes El se complace” (Lucas 2:14) Gloria que sería el reflejo inconfundible de la vida del Señor Jesús, en todo lo que El hizo y enseño. Juan se siente incapaz de encontrar las palabras exactas para expresar la visión que recibieron todos cuando escribe “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:14)
La misma gloria de Dios mostrada no solo en la vida del Mesías, sino después de su resurrección, llenará el mundo cuando el Señor Jesús vuelva (Mateo 24:30)
Porque Dios ha establecido que u gloria sea eterna, porque el cielo está llena de la gloria del Salvador (Mateo 25:31)
Ahora nosotros somos los invitados a disfrutar de esa gloria. Dios nos llama a vivir una vida incomparable, eterna, majestuosa, abundante… una vida disfrutada en la presencia de nuestro Salvador. Una vida llena de gloria.
No importa lo que otros quieran ofrecernos, o lo que algunos piensen que podamos perder. El mundo entero no puede compararse con la belleza de vivir un solo momento cara a cara con nuestro Creador. Te lo aseguro.
*Tomado del libro Compasión de J. Fernández Garrido
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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