El ser humano por naturaleza anhela ser feliz, anhela disfrutar su vida al máximo. Busca
cosas nuevas, cosas que le brinden felicidad y hagan que se sienta bien. Lo prohibido
y llamado pecado le atrae sobremanera. Vive de prisa, con una vida acelerada, no
tiene oportunidad para meditar y analizar su interior, no tiene tiempo de buscar a su
Dios. Busca llenar el vacío que existe en su vida con cosas que le produzcan placer. Lo
lamentable es que todo ello, nunca hará que se sienta satisfecho.
La realidad es que solo Jesucristo puede transformar todas las cosas y hacerlas nuevas.
Solo Jesús puede llenar todo lo que esté vacío y producir total y plena satisfacción. Puede
limpiar lo que esté sucio. Puede restaurar lo que esté destruido. Y puede perdonar y ser
la solución para el pecador que le busca con un corazón arrepentido y hacerlo una nueva
criatura. Puede perdonar y cubrir toda transgresión cometida, pues es el Cordero de Dios
que quita el pecado del mundo. (Juan 1:29)
Hoy te exhorto a que diariamente busques al Señor en oración. A que le pidas que te llene
con su presencia y te provea de su sabiduría para que puedas vivir de la manera que a
Él le agrada. Te exhorto a que te vistas con la armadura de Dios, y que ya no vivas para
este mundo, sino que te llenes diariamente con la presencia de Jesucristo y de su Santo
Espíritu.
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