Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al invisible. Hebreos 11:24-27
Algunas veces, la vida puede parecer como un árido desierto pero Dios puede saciar nuestra sed espiritual en las circunstancias más increíbles. Cuando por fe creemos en las promesas de la Palabra de Dios, podemos experimentar ríos de agua viva y gracia para nuestras diarias necesidades. Puede que estemos débiles y cansados, pero nuestro Padre celestial es todopoderoso. Puede que nuestros sentimientos fluctúen, pero Él es inmutable. Incluso la creación misma es una prueba de Su firmeza. Nuestra fuerza para el presente y nuestra esperanza para el futuro no se deben basar en la estabilidad de nuestra propia perseverancia sino en la fidelidad de Dios. No importa cuál sea nuestra necesidad, podemos contar con la fidelidad del Padre, no mirando lo que nuestros ojos ven sino manteniéndola vista en Aquel qué es sobretodo Poderoso. Confiando plenamente en Dios jamás seremos abandonados por su Fidelidad y amor eterno, la manera principal por el cual somos guardados y protegidos por Dios es la obediencia a Su palabra. En la sumisión de nuestra voluntad a Dios, nuestras almas encuentran protección y el reposo necesarios.
Debajo de cada uno de nuestros pasos están los brazos eternos de Dios por lo tanto, cuando pasamos a través de conflictos y pruebas, estamos caminando en suelo eterno, guardados continuamente por el poder de Dios, “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor Nuestro”. Romanos 8:38, 39.
David dijo: "Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo" Salmo 23:4. Cuando intentemos entender los caminos de Dios, mantengamos siempre una perspectiva del futuro no nuestra, sino viéndole a Él, puestos nuestra confianza y nuestros ojos en Dios. Ser corto de vista nos tentará a creer que debemos recibir una respuesta al problema en este momento. Pero tener el deseo de ver las circunstancias desde el punto de vista de Dios cambia el modo en que respondemos a la situación. Aprendamos a confiar en Dios, es necesario empezar un proceso de victoria, tomando pequeñas decisiones, levantarnos a orar cuando no tenemos ganas, confesar lo imposible y llenarnos de fe, sosteniéndonos como viendo al Invisible para ver nuestras vidas levantadas para la gloria de Dios.
Saludos cordiales, bendiciones
Templo Cristiano Eben-ezer | ebenezertemplocristiano2009@gmail.com
Arturo Gómez Garza
Pastor Eben-ezer
arturo_gomezgza@hotmail.com | Tel. 81-35-32-01
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